miércoles, 1 de octubre de 2014

Quien soy: un libro imprescindible

Mientras sigo leyendo a Kureishi (son unas 300 paginetas, voy lento), hoy quiero recomendar un libro destinado (en apariencia, por la editorial que lo publicó) al público infantil, pero que claramente apela al público en general. Se trata de Quien soy, de la editorial Calibroscopio.
Desde que lo vi por primera vez en un taller de literatura infantil que hice el año pasado supe que me iba a gustar... y que también me iba a doler. Porque, como lo señala la reseña en la página de la editorial, este es un libro de:
Quien soy, Autores varios.
Calibroscopio, 2013.


"Historias de la desgarradora historia argentina.
Nietos que recuperaron su identidad narran sus vidas 
a destacados escritores e ilustradores para que ellos 
las transmitan a las nuevas generaciones.
Dedicado a todos los posibles bisnietos de las infatigables Abuelas de Plaza de Mayo."

Se trata de cuatro cuentos que narran, de forma ficcionada, las historias de vida de cuatro nietos recuperados. Son textos pesados, difíciles de leer, que arrastran consigo décadas de dolor, de ocultamiento, de mentiras. De no saber. Esos chicos -que hoy ya son grandes y cuentan su historia- dan una parte de sí para que nosotros, los que no vivimos eso, podamos tener un atisbo apenas de lo que implica para muchos hijos de desaparecidos poder recuperar su verdadera identidad.

La edición es impecable, un trabajo verdaderamente envidiable (el otro día me contaron que les llevó 3 años hacerlo). Los autores trabajaron, como debe ser, en dúos de escritor-ilustrador, y la editorial convocó a gente verdaderamente pulenta: Paula Bombara trabajó con Irene Singer, Iris Rivera con María Wernicke, Mario Méndez con Pablo Bernasconi y María Teresa Andruetto con Istvansch. Para el que no es del ámbito de la literatura infantil lo voy a poner en facilito: son unos mostros.

La tapa fue diseñada e ilustrada por Istvansch, un genio de la tijera que ilustra recortando papeles. Hay un juego en el título y en la imagen de tapa que en la foto de aquí arriba no se aprecia, pero que tiene que ver con el estar/no estar: los signos de pregunta y la tilde (que convierten a la afirmación del título en pregunta) están impresos de modo tal que solo se ven poniendo el libro en una posición determinada. El nene sentadito en la silla, cuando se abre la solapa... desaparece. Duro, muy duro. Y eso que es solo papel.

Particularmente, el relato que me pareció mejor logrado es "¿Sabés, Athos?", trabajado por Rivera-Wernicke. Es un cuento en el que una nena de 8 años le habla a su perro, Athos, y le cuenta lo que le está pasando: que un juez le dice que su nombre no es su nombre, que su mamá no es su mamá, y que su casa no es su casa. El texto es desgarrador y creo que el recurso de la nena hablándole al perro es genial. Las ilustraciones tienen una levedad maravillosa, una delicadeza absoluta en el tratamiento visual de esa niña que se aferra a su perro porque es lo único real, verdadero, de ella.


Ilustración de María Wernicke del cuento "¿Sabés, Athos?".

Debo admitir que, si bien considero este libro como imprescindible, no sé si es para todos. Hay que tener una cierta postura sobre nuestra historia y muchos ovarios (o huevos, o lo que sea), porque no hay modo de llegar al final del libro sin llorar a mares. Yo aguanté el nudo en la garganta todo lo que pude, pero en el último cuento lloré de principio a fin. ¿Cómo no hacerlo? Es la carta que una joven le escribe a su hermano mellizo, de la que lo separaron al nacer, y que aun, con toda la esperanza del mundo, busca. ¿Cómo no emocionarse ante una historia así? No importa qué opinemos de los militantes, de los milicos, de la vida: tenés que ser de piedra para que esto no te movilice.

¿Lo recomiendo para niños? Creo que los niños pueden leerlo, pero preparándoles un poquito el terreno, porque es un tema complicado y doloroso. Si en casa se habla abiertamente de la dictadura y los desaparecidos, creo que a partir de los 10-12 años se puede leer bien. Si nunca se habló del tema y el niño o niña es medio impresionable... no sé, capaz lo dejaría para más adelante. A mí me costó un rato largo sacarme de encima la sensación de que si viviera en los 70 y militara, la vida de mi gorda estaría en peligro. No sé cómo procesa todos esos "si" un chico de 10 años. Por lo pronto, el libro está en nuestra biblioteca y, llegado el momento, voy a leerlo junto a Emma para que sepa que eso pasó hace mucho mucho tiempo, en un país que alguna vez fue este, pero que nadie quiere que vuelva a pasar. Nunca más.

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